
Perder a una mascota es un momento doloroso en cualquier etapa de la vida, pero en el caso de las personas mayores, esta experiencia puede tener un impacto especialmente profundo. Para muchos, sus animales de compañía no son solo compañeros fieles, sino también parte de su rutina diaria y una fuente de compañía constante que llena de afecto y alegría el día a día.
Un vínculo que se convierte en apoyo emocional
En la etapa de la vejez, las mascotas suelen ser mucho más que un animal de compañía. Aportan compañía en momentos de soledad, ayudan a mantener la mente activa y brindan motivación para seguir adelante. Un perro que acompaña en los paseos diarios, un gato que se acurruca en el sofá o un ave que alegra con su canto… todos ellos se convierten en piezas fundamentales del bienestar emocional.
La presencia de una mascota también está asociada a beneficios físicos y psicológicos: favorece la actividad diaria, reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y disminuye la sensación de aislamiento social. Por eso, cuando una mascota fallece, no solo se pierde a un amigo, sino también parte de ese apoyo que sostenía la vida cotidiana.
Cómo afecta la pérdida en la vejez
El duelo en personas mayores puede intensificarse por varios factores:
- Soledad y vacío en el hogar: La mascota suele ser la principal compañía, y su ausencia se nota de inmediato en la rutina diaria.
- Cambios emocionales profundos: Pueden surgir sentimientos de tristeza intensa, melancolía o desorientación.
- Rutinas interrumpidas: Los horarios de alimentación, los paseos o los juegos desaparecen, generando un cambio brusco que acentúa la sensación de pérdida.
- Recuerdos compartidos: En muchos casos, la mascota ha acompañado etapas importantes de la vida, reforzando el dolor de su ausencia.
- Impacto en la salud: La tristeza y el estrés emocional pueden afectar la calidad del sueño, el apetito e incluso el estado físico general.
Estrategias para afrontar el duelo
Aunque cada persona vive el duelo de forma única, existen estrategias que pueden ayudar a sobrellevar la pérdida con mayor serenidad:
- Compartir emociones: Hablar con familiares o amigos sobre la mascota, recordando anécdotas y vivencias, puede ser una forma de sanar.
- Mantener rutinas: Continuar con actividades como caminar, leer o realizar pequeños hobbies ayuda a que el día a día no pierda su estructura.
- Crear un espacio de homenaje: Un rincón en casa con una fotografía, una vela o una urna conmemorativa es una manera de mantener vivo el recuerdo.
- Apoyo profesional: Si la tristeza se prolonga demasiado o afecta a la vida cotidiana, acudir a un psicólogo especializado en duelo puede ser de gran ayuda (puedes leer más en nuestro post sobre la importancia de pedir ayuda profesional en el duelo).
- Involucrarse en actividades sociales: Participar en asociaciones de mayores, talleres o grupos de voluntariado ayuda a recuperar poco a poco la sensación de compañía.

El valor de una despedida digna
La forma de despedirse también es clave para transitar el duelo. Muchas personas mayores encuentran consuelo en realizar un último homenaje a su mascota, como un servicio de incineración individual que permita conservar sus cenizas, o un velatorio íntimo donde puedan darle el adiós que merece.
En Depet, sabemos lo importante que es que este proceso sea cercano y respetuoso. Por eso ofrecemos diferentes opciones para que cada familia elija la que mejor se adapte a sus necesidades, como urnas y joyas conmemorativas, disponibles en el Jardín de los Recuerdos.
Si aún tienes dudas sobre cómo afrontar este momento, también puedes leer nuestro artículo sobre cómo prepararse para la despedida de una mascota mayor, donde encontrarás consejos prácticos para acompañar este proceso con más serenidad.
Un recuerdo que perdura
Con el tiempo, el dolor va dando paso a la gratitud por todo lo compartido. Recordar los paseos, las tardes de compañía o la fidelidad de un amigo incondicional ayuda a transformar la tristeza en un recuerdo lleno de amor.
Perder a una mascota nunca es fácil, pero en la vejez su ausencia puede sentirse con mayor intensidad. Acompañar a las personas mayores en este proceso, reconocer su dolor y brindarles espacios de apoyo es fundamental para que sigan adelante con serenidad y esperanza.
